Ser abeja en primavera
Soñé que era un río.
Mentira, no soñé nada, pensé en tus ojos y me volví río.
Ganó sexo y calor sobre máscaras e infortunios, mi amigo hermoso tiene razón "la primavera nos pone cachondos". ¡Oh sí qué nos pone cachondos! Las flores son las responsables, siempre son las flores. Tan así tan vivas, llenas de polen, explotadas de polen que llegan las abejas y mariposas a tocarles el mundo, a llevarles todo ese oro a la zona estratégica hasta fecundarlas... que es como un tanto difícil estar ajeno. Y en este escenario de octubre incipiente, de un paisaje que abunda en formas multicolores y seres polinizadores que atraviesan el calor, yo encontré en mis noches de somnolencia (espero que vos también) al rojo malvón, al suave, encendido y también perfumado rojo malvón.
La primavera nos pone cachondos, no hay con qué darle. La temperatura del cuerpo no es mentira, el sexo la flor no se pueden negar, ni siquiera la fantasía realizable (esto que escribo) porque es tan verídico como tu existencia, si me leés existís.
A todo esto, estaba pensando en el poder de la imagen, el almacenamiento interno, la memoria visual que alimenta al cerebro para llevarnos a esa zona donde habita el deseo. Lo que recuerda la mente es tan real en el resto del cuerpo que a veces basta con pensar en un par de ojos para que una pueda acabar. ¿Impresionante, no? Un par de ojos, literal. La mirada es tre men da, ese flechazo completamente consciente, preciso y claramente oportuno. Lo que ven nuestros ojos: a por ello, atrévanse a mirar intenso y ser abeja.
La primavera nos pone cachondos, no hay con qué darle. La temperatura del cuerpo no es mentira, el sexo la flor no se pueden negar, ni siquiera la fantasía realizable (esto que escribo) porque es tan verídico como tu existencia, si me leés existís.
A todo esto, estaba pensando en el poder de la imagen, el almacenamiento interno, la memoria visual que alimenta al cerebro para llevarnos a esa zona donde habita el deseo. Lo que recuerda la mente es tan real en el resto del cuerpo que a veces basta con pensar en un par de ojos para que una pueda acabar. ¿Impresionante, no? Un par de ojos, literal. La mirada es tre men da, ese flechazo completamente consciente, preciso y claramente oportuno. Lo que ven nuestros ojos: a por ello, atrévanse a mirar intenso y ser abeja.
Atreverse, a ser abeja o nada.
ResponderBorrar¡Así es Ces!
BorrarMadre mía como es el octubre en Argentina!
ResponderBorrarOctubre es bien linda linda
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