Falso otoño

Una canción para escuchar

(hacé click ahí)


despido al Verano, vacaciones tomo III


Vuelvo, insistentemente, sobre el significado de las cosas. Agarro algunas palabras y retomo este espacio de escritura, la representación siempre está en lugar de una ausencia. Cuidado cabezas que llegó el otoño. 

Me encanta cuando propongo y funciona, esta vez una persona que no conozco eligió el título de la publicación que tipeo y le agradezco, porque el falso otoño es una ilusión que promete: caerán las hojas y querrán saltar sobre ellas hasta hacerlas pedacitos. Qué crueldad si soy "sobreinterpretada". No, no quiero destruir lo que queda, preferiría usar un poco de la cera de abeja que guardo en el taller para conservar las vetas anaranjadas de lo que supo ser verde y mantenerse turgente como los mismísimos pomelos que rozan mi vestido. Qué belleza lo que está por ocurrir, es la estación preferida de papá y mamá, a ella le gusta decir renovarse es vivir. Qué habrán pensado ustedes cuando este chico de Instagram propuso el título, me gustaría cumplir alguna expectativa. Ténganme paciencia.

El otoño es falso o el verano está haciendo trampa. El verano está haciendo trampa o le hicieron trampa a él, cuando decidieron quemar kilómetros y kilómetros de árboles. Este país es realmente hermoso y no se entiende cómo se puede estar realmente mal. Salida al océano, prácticamente todos los biomas y una de las siete maravillas, además de que tenemos el río más ancho del mundo y la ciudad más austral, claro -siempre ese dato de soberbia tan nuestra-. Dudo que anhelen la caída, copas en alto empezaron a soñarse antes de primavera y nos acompañaron durante la estación estival. Qué cosa saberse campeón mundial, la alegría pasará de generación en generación, no así el verdor de aquellas hojas. 

Quizás sea el apego el tema que pretendían, el otoño tiene algo de ello. Justamente el lunes estuve escuchando un podcast que me pasó Flor, si lo hubiera escuchado antes quizás no estaría escribiendo esta publicación. 

Vamos ¿A dónde? Hoy volvía de trabajar -camino mis veintipico de cuadras con la fidelidad que tiene una novia cuando está enamorada- y ví, en el limonero de la calle Artigas que está en frente del complejo habitacional donde desaparecieron a una chica en Dictadura, cómo el dueño de ese árbol le puso una botella de plástico a los tallitos que salían del tronco. Con el sol de las cuatro de la tarde esa imagen me conmovió, lo vi a mi abuelo. José fue enfermero en la segunda guerra, trabajador de diecinueve horas y jardinero. Le ponía latitas a los brotes de los árboles, es una técnica aparentemente sencilla de reproducción, requiere paciencia y confianza. Me enseñó algunas cosas sobre plantas, se ve que las cosas que una aprende de niña no se le olvidan, o por lo menos las que aprendí con él. El sol que reinó sobre mi infancia me privó de todo resentimiento, dijo Camus. Mi abuelo José... recé para que muriera, pobrecito él y pobrecita yo, que siendo una niña fui consciente y recé.

Es posible que alguien esté esperando que hable sobre la muerte y lo estoy haciendo, impresiona ir con los muertos colgando, habrá quienes recurran a manos ajenas -incluso pasajeras- para desprenderse de lo que le es propio. Los modos, tan importantes siempre, cómo dejar morir sin menospreciar la vida. Es la verdad de la naturaleza. Cada cual tendrá sus propias técnicas para transitar el despojo, las mías no estarían resultando y me veo casi obligada a ser persuadida. Entonces, en vez de ponerme catedrática explicando la Cuaresma que antecede a la semana que coronamos comiendo huevos de chocolate, voy citar a Bernárdez cuando dice que lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado; y les dejo un poema malo del otoño pasado, cuando fui novia del regreso y desconocía que al año próximo, tendría yo que morir un tallo.


Otoño del 22 Camino de casa a la oficina, no es más el único trabajo, ahora tengo cuatro. En estas calles, después de las ocho transcurre mi soledad y las disfruto tanto… como si fuera la novia de noches en las que vuelvo. Detrás de la puerta me esperan luciérnagas artificiales, orquídeas libros de tapa blanda, velas de coco el edredón manchado y La maravilla, sí, escondo a Iguazú en mi baño tropical.



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