Febrero en La Puna
El verano tras un suspiro de color tierra amarillento. Amalgamados los pigmentos gracias al calor que nos amanecía, recibimos frutos de una tierra seca. Heredamos el sabor que inquieta y agita corazones; agita tanto que uno puede palpar el órgano. Cabezas trastornadas se retuercen, una vez más, deseosas de consolidar un solo cuerpo. Miembros cansados bailan ese ritmo erótico, circular. Suena la canción, canta la victoria y se respira feliz, momento de gloria. Yo soy el río y vos la tierra.


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