El mar dormido

Dame un remanso
yo te daré lo que tengo


Jorge Drexler



Hace unas semanas hablaba de la ropa interior pretendiendo con la escritura vestir y desvestir ese mundo íntimo al que sólo se llega luego de mucha tormenta. Después de unas semanas de quilombito en la habitación, mi amiga hermosa me ayudó a ordenar los cajones del ropero: cincuenta y ocho braguitas, treinta y nueve corpiños, un body y tantísimas medias, de las cuales gran parte ni siquiera eran mías. Me deshice de muchas muchas cosas, ya los cuatro cajones resultaban insuficientes y lo más importante de todo: renovarse es vivir, así dice siempre mi mamá. Es bueno estrenar nuevo vestido para un mundo en transformación 
Ahora bien, así como volvió ese tema a mi cabeza, estaba pensando también en la publicación que hice sobre el deseo y lo que nos sucede mientras dormimos, incluso Instagram me recordó el bello sueño que tuve en el mar con una orca hace un año... ¿Qué pasa cuando dormimos sin ropa interior? Me gusta creer que durante las horas de sueño liberamos un poco lo que llevamos dentro, quién sabe exactamente qué. En ese sentido dejarnos al desnudo tendría mucho sentido, la cama se vuelve escenario de complicidad. Quizá las sábanas en las horas de vigilia, y luego también, se transforman en la tierra que besa la piel o quizá en el puente perfecto que permite manifestar la propia lluvia en otro cuerpo. No sé, me gusta vivir el agua y sentirme río, espero que alguien del otro lado de esta pantalla pueda compartir esa sensación.
Hoy como siempre voy a citar a Pizarnik porque ella siempre tuvo razón: que tu cuerpo sea siempre un amado espacio de revelaciones. Desvístanse para ustedes, tener público es hermoso pero también es hermoso desvestirse para una. Creo que ser un poquito más libre es mucho mejor que no serlo.


Fragmento de Ciclo erótico - Poema visual 2017

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