Desencuentro

Es la esperanza lo que lleva plumas
y se posa en el alma,
cantando una tonada sin palabras
que nunca tiene fin.

Emily Dickinson







Me dijeron que escriba más seguido, que escriba para atravesar fronteras; espero llegar a vos con mis palabras, que atraviesen la piel y besen tu corazón -qué cursi amanecí-.
Pienso que van a pasar los días y otra vez el tiempo querrá hacer estragos provocando esa sensación de que la vida se nos escapa de las manos; esta vez es diferente, la vida se nos acaba si no paramos. Desde siempre que el mundo está enfermo, hoy nos contagiamos porque nos gobiernan mercenarios, porque nos creemos exentos de enfermarnos; quien sea que esté asfixiando el sistema respiratorio de la humanidad, materializó una realidad que vivimos desde hace rato.
Quisiera saber que entendés vos por desencuentro, para mí tenía que ver con lo que no pudo ser, el cúmulo de expectativas que no se cumplieron. Sin embargo, hace unos días hablé sobre ello -las expectativas- y me expuse diciendo que mis esperanzas de que algo ocurra nunca mueren, es la utopía de la juventud. Para desencontrarse hay que poner tanta actitud como para encontrarse; es casi una elección el desencuentro, duele que lo diga, me duele a mí, pero es lo que pienso. Si se trata de un corazón humilde y bondadoso -bondadoso con una misma también- es posible que la esperanza de encontrarse se cumpla y pasemos de un desencuentro cuasi crónico a un encuentro lo suficientemente real y contundente como para desestimar una buena parte de esa elección al cubo de desencontrarse. ¿Qué enredo, no? 
El contexto, por razones diferentes, otra vez nos distancia de a kilómetros. Voy a sentirte en aquel pensamiento donde me entrego sostenida por tu cuerpo. Estoy ahí, acomodada para lo que venga.

  


Campanitas azules


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