¿Por qué escribir las risas?
cuarentena ; escrito V
con pecho firme, con serena frente
miraré el universo conmovido,
sin que el corazón mío se amedrente
Vicenta Maturana
¿Qué sentido tiene escribir las risas? Las risas debieran escucharse no leerse. Escribo sobre la risa porque derrumba la pesadez del insomnio. Esa boca voluptuosa hace malabares cuasi milagros, pero no me dirige la palabra. Rara vez habla, a veces en susurros dice algo que tiene que ver con la comida y entonces llegan otras voces que también pronuncian un adjetivo preciso. ¿Seré ciruela? ¿Qué habré sido?
No queremos que entre el virus a la casa, fabricamos barbijos, desinfectamos las llaves con alcohol en gel, lavamos la verdura con tres gotas de lavandina y dejamos los zapatos en el umbral de la puerta. Lo cierto es que el virus ya atravesó el umbral, por eso escribo la risas, incluso las risas que ya no volveré a escuchar, las risas que no mandan un audio ni responden una tonta videollamada. No puedo ignorar la nube tórrida que me ronda y ni que me estuviese refiriendo únicamente a lo sensual.
Acá está todo patas mirando el cielo,
el cielo mirando el mar y el mar,
no quiero ni saber dónde quedó el mar.
Escribir o describir las risas se transforman en acto salvador en una noche de sueños infestados. La tristeza toca la puerta cada día, prende la tele, sabe más de noticias que del mañana. A la tristeza se la combate con lo que se puede, aunque haya que inventar, aunque haya que mancharse las manos con recuerdos. Es preciso escribir las risas, recordar que hicimos reír, que nos sonrieron de frente cuando compartir el aire parecía poco. Irse a dormir acomodada en labios rosados llenos de brillo y saliva aunque al despertarse duela. Qué hermoso sería irse a dormir con una fantasía y un día despertarse inmersa en la realidad.
*
La fotografía de esta publicación es de unas vacaciones en Los Cocos. Me tomé el micro en Liniers un jueves a la noche para volver a Buenos Aires el domingo por la tarde. Estuve en Córdoba por dos días, suelo hacer ese tipo de viajes y en enero de 2017 lo hice. Hace casi un año atrás, vi esta foto y me corté el pelo así de cortito a pesar de que me gustaba mi pelo ondulado teñido de colorado pasando los hombros. Quería sentirme como en ese instante, pensé que la risa vendría con el corte de pelo.
¿Qué locura, no? El raciocinio debiera ser la facultad para determinar si algo tiene sentido pero claramente no sirve más que para martirizarse. El corazón, siempre el corazón aunque después nos duela nueve veces más. Le hago caso al librito que estuve compartiendo con mis nuevas amistades virtuales, ese librito hermoso de Vicenta Maturana, le hago caso al Corazón, huracán.
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| Con mi mamá, mi hermana y la luna en Córdoba. |



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