La memoria

cuarentena ; escrito VI

Evita los días cinco porque son difíciles y funestos.

Hesíodo en Los trabajos y los días



Me vino a la cabeza el día que te conocí, evité mirarte porque sabía que si lo hacía, era probable que me quedara enganchada. Así estábamos al mes, la lluvia que moja y no moja, yo me mojé toda (sonó burdo pero no lo es). Volviendo al relato primero: ese día ni te miré, poco te hablé y de todas formas, apareciste en mi casa por segunda vez (me salió una rima). Prácticamente hice nada esa noche, recuerdo rozarte el brazo cuando fui a lavar un vaso, sostuve la mirada por dos segundos (contados) y pasé rápido, eso fue todo lo que hice. 
Cada tanto me pregunto si serás ordinario, inseguro o hipócrita como para haberme atravesado tan mediocremente; quisiera creer que lo último no, porque algo brillaba en vos, ya no. Intento memorizar toda la secuencia y me cuesta, desistí.
Hace una semana mandé a una convocatoria la especie de ensayo que hice sobre "la memoria", el ensayo que olvidé haber escrito y encontré después de dos años como quien encuentra plata en un bolsillo (otra rima). En ese ensayo le echo la culpa a las pastillas, las pastillas que me hacen olvidar, las pastillas que provocaron que salga de casa para entrar a una farmacia en cuarentena y desembolse $2830 por una cajita. 
Redactando este texto, este texto lleno de parches, me vino a la cabeza otra secuencia del pasado, una conmigo misma: desnudarme frente al espejo del baño reviviendo los diálogos inconclusos del día. Lo hacía inconscientemente, no sé por qué entrar a la ducha provocaba que todas las conversaciones pendientes se bañaran conmigo. Era abrumador saber que nunca respondí a lo que se me preguntó.
Ahora, cuando me desvisto frente al espejo, me gusto. Ya no me echo en cara la falta de atención o la pérdida de memoria. 


El barrio en cuarentena


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares