Zona de promesas

cuarentena ; escrito JKOSGN

Tarda en llegar
y al final
al final, hay recompensa

Soda Stereo
sigo a pleno con los links, Já



    Hoy vengo con una publicación sobre la zona de promesas. Mi amiga hermosa me dijo el otro día "si algo nos está enseñando esta cuarentena, es que hay tiempo para todo". Sí, es cierto, en un punto la pandemia nos pone a prueba de cómo consumir nuestro tiempo, con quién y en qué momento. Claro que me puedo dar el lujo de pensar esto porque tengo trabajo y una plato de comida todos los días. 
    Durante este túnel de espacio-tiempo, conocí -muy apenas- al escritor que creó el ciclo "La vida está cancelada". Es curioso, sí, es curioso cómo hace cinco meses se suspendió la vida que conocíamos. De un momento sin confinamiento a esta parte, no dejamos de vivir, vivimos otra cosa, yo no puedo parar. Ahora, en diferentes partes del mundo se camina hacia la nueva normalidad; la Argentina no debería, no todavía porque estamos en el pico alto y se podría ir todo al carajo. 
    Si bien mi temilla de salud tiene que ver con el cerebro, nunca me dolió la cabeza como me está doliendo ahora -la epilepsia no trae migraña, la virtualidad sí-. La nueva normalidad inmediata en la Argentina debería establecer los parámetros de la virtualidad porque no soy la única a la que le duele la cabeza. Quizás esos parámetros los determine cada cuerpito, quizá sea la libertad que conquistemos durante pandemia, no sé. La libertad, a veces -y aunque suene contradictorio-, puede ser amiga de la dependencia. El contexto pandémico me da para hablar y divagar, el jueves vuelvo con el vivo por Instagram, a ver qué nos deparan las filolecturas en esta vuelta.
*
    Floreció la Rosa Roja Reina del jardín, decidí ponerle nombre y apellido con R después de ver cómo reposó la mosca en la anterior floración. Quien todavía no sabe de esta Rosa, en la publicación Fantasías eróticas en noches de insomnio hablo de ella y en el poema del tigre indago un poco más. El sábado al mediodía estábamos almorzando con mi familia y apareció la rosa en la conversación:
-¿Vieron que floreció otra vez la rosa roja?- dijo mi mamá.
-Sí ¡Qué hermosa que es!- contestó mi hermano- Es mucho más linda de lo que pensé cuando la compré.
-La verdad que sí, es hermosa- dice mi papá mientras mira por la ventana y le da otro bocado a la empanada -¡Qué ricas están las empanadas Ali!
- Parece un promesa- afirma mi mamá, y me sonríe. Les sonrío, a ella y a la Rosa. 

    Termino de almorzar y salgo al jardín. La veo, me quedo un rato mirándola de cerca. Es como la hermana de la bordó que me regaló Clari, es hermoso que hayan crecido juntas en Río Negro y después de un tiempo, se hayan reencontrado acá en Ramos Mejía para mi cumpleaños. 
    Pienso en cómo me gusta chantarle un beso a esa Rosa Roja Reina cuando está abierta y cómo me gusta imaginar que le chanto un beso a una persona cada vez que lo hago. Me acerco un poco más, hundo la nariz y construyo el beso. 

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