Sueños con los ojos cerrados

Y una amapola me lo dijo ayer
que te voy a ver
que te voy a ver
y un arcoiris me pintó la piel
para amanecer, contigo.

Amapola, Luis Pescetti y Juan Quinteros



    La mentira pasó a un segundo plano, ganó este título por seis votos de diferencia. Acá estoy lectores: sus deseos son órdenes.
   Voy a empezar hablando de los sueños que no quiero tener, esos que provocan insomnio, un insomnio que no es tal porque me niego a dormir. El otro día me preguntaron algo así como: ¿Vos tenés la capacidad inducir el sueño, no? Qué poder hermoso sería ése, pero no, primero necesito llegar al sueño. Mamá dice que para tener experiencias trascendentales debo soltar más, abrirme; eso implicaría dejar que vengan, que entren sin restricciones. 
    El domingo dormí sin bombacha -meses atrás, había escrito una publicación titulada El mar dormido (como el poema de Alfonsina) donde hablé sobre acostarse desnuda y las cosas que suceden en ese pedazo de tela mientras la mente hace que reposa-. El domingo dormí el cuerpo y llegó un mensaje a medias, un mensaje mojado, tierna luz en la pantalla y una sonrisa. El celular lo tenía entre las piernas, la palabra no la llegué a leer pero sabía lo que decía y me sonrojé -mezcla de nerviosismo y satisfacción-. Mientras soñaba pensé: Qué bien que te sacaste la bombacha Belén, sí que podés inducir un poco el sueño ¿Viste? Sonreí y fui consciente, como cada vez que sueño que sonrío o que lloro. Sonreír y llorar es casi lo mismo para mi cerebro no dormido.
    Esa noche, mucho antes de soñar con el mensaje mojado y después con nadar en el río -¡Qué frío me agarró en ese último sueño!-, llamé por teléfono a una amiga y le pedí que se tocara, que se quiera y mucho. Pienso que si no somos cómplices de nuestro cuerpito en la cama dudo que podamos ser sujetos cómplices en otra situación: la intimidad se construye, sola y de a dos. Así que lo hice yo también, fui obediente, prácticamente llevo edificado un castillo y hasta le escribí un poema, un poema al Castillo (con mayúscula). Es otro castillo, no ése en el que fui atravesada por una flecha en pleno combate y tristemente reencarné cayendo de la torre. Es como cuando soñé con el tigre en la casa de la nona y sabía que era otro tigre. El nuevo Castillo lo construí con mis dedos hermosos para cuando se hagan los dormidos. Lo visito por dentro, está lleno de texturas, hay una arboleda y a veces, llego a escuchar el eco de una voz en la sala mayor.
    Ayer, también dormí sin bombacha y hoy martes, desperté sabiendo que le hice caso a mi mamá, llegaron muchos y sin restricciones, al primero que llegó le sonreí. Voy a citarme: los sueños parten del deseo, aún las cuasi pesadillas. Somos cuerpos deseantes, y cuando dormimos, también.


P.D. esta publicación tiene la etiqueta de Diario abierto, yo también me canso de tanta cuarentena.




cuarentena ; escrito IX

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